¿De qué hablamos cuando hablamos de gobernanza local?
Por: Patricia Breuer Moreno, Investigadora Grupo de Ambientes Extremos, Centro de Investigación Tecnologías para la Sociedad, Facultad de Ingeniería, Universidad del Desarrollo.
Escuchamos hablar mucho de “Gobernanzas” en general, ya sea Gobernanza de recursos, Gobernanzas Locales, Gobernanza para el desarrollo, Gobernanza Ambiental… Pero ¿a qué nos referimos realmente cuando hablamos de gobernanzas?
La RAE define gobernanza como la “forma de gobernar, especialmente si es eficaz y adecuada a los fines que se persiguen… El término se diferencia de gobierno, ya que la gobernanza abarca no solo la acción de mandar, sino todo el conjunto de procesos, estructuras y tradiciones que determinan cómo se ejerce el poder y se toman las decisiones, incluyendo la interacción entre el Estado, la sociedad civil y otros actores”.

Cuando hablamos de gobernanza, solemos pensar en políticas públicas, ministerios, planes nacionales o acuerdos internacionales. Sin embargo, las experiencias más transformadoras muchas veces se gestan desde abajo, en las comunidades que viven día a día las tensiones entre desarrollo, progreso, resiliencia, y conservación.
Así los procesos de gobernanza se dan en distintos niveles: local, nacional, regional; desde comunidades de práctica hasta plataformas internacionales. Una gobernanza efectiva se basa en la participación activa de actores diversos, la coordinación interinstitucional y el respeto a los derechos.
La gobernanza local se fundamenta en prácticas sociales orientadas a enfrentar conflictos y/o adoptar nuevos procesos vinculados a aspectos organizativos, productivos, culturales y/o climáticos, buscando al mismo tiempo garantizar que dichas acciones y procesos se sostengan dentro de una comunidad. Esto puede darse a nivel intracomunidad, entre comunidades, a nivel de sociedad civil o a nivel de organismos públicos.
Entiendo a la gobernanza local como la capacidad de una comunidad o territorio de organizarse internamente para la toma de decisiones, y gestión de los recursos de su territorio. Como un proceso consensuado de validación y toma de decisiones para una participación horizontal con roles acordados internamente. Como una forma de asegurar que las decisiones que afectan a la comunidad se tomen desde adentro, respetando sus valores y tradiciones. Todo ello, a partir de la construcción de un sistema organizativo que permite a sus miembros participar activamente en la planificación, ejecución y supervisión de las actividades que afectan su bienestar y desarrollo local.
Por lo mismo, me animo a definir la “gobernanza local” como la forma en que una sociedad, o comunidad se organiza a nivel local y territorial para su desarrollo, ordenamiento y convivencia para decidir colectivamente y cuidar su territorio y patrimonio natural y cultural. En este sentido, una gobernanza local, se relaciona con una Gestión Territorial Local organizada, pero que va más allá de ser un mecanismo de gestión, es un acto de autonomía territorial. Y en todos los casos no se reduce a la gestión técnica, sino que implica reconocer el valor de los saberes locales y la participación de múltiples actores.
Una gobernanza local puede llevar al diseño de un modelo de co-gestión comunitaria con enfoque en una gobernanza colaborativa, ya sea para movilizar acciones desde una dimensión medioambiental, o para el desarrollo turístico, o productivo o cultural u otras dimensiones que busquen la resolución de conflictos o abordajes diversos para el bienestar de las personas de la comunidad. Esta gobernanza puede construirse a partir de un conflicto o desde las bases de una estrategia para el desarrollo local, donde la comunidad local toma un rol central en la construcción de una nueva estructura y tejido social para la toma de decisiones, organización, planificación y gestión. De esta manera, se promueve la apropiación de capacidades internas para asegurar su sostenibilidad a largo plazo.
Con este marco, podemos afirmar que la gobernanza local no sólo resuelve problemas inmediatos, sino que al mismo tiempo abre caminos de justicia, y cohesión social, para la protección de los derechos, el fortalecimiento de la identidad, garantizando un desarrollo sostenible basado en el respeto de su cultura y territorio.
